quinta-feira, 19 de janeiro de 2012

145 anos de solidão

Capa da primeira edição -Web Album Generator

145 años de soledad

Ruben Loza Aguerrebere ( El País Digital - UY)
Hace 45 años fue publicada una de las novelas más famosas de la literatura moderna. Hablo de "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez. Los memoriosos recordarán que en la carátula de esa primera edición se veía un barquito en plena selva. Fue la única con este detalle; a partir de la 2ª edición, una semana después, se cambió la carátula.
El pasado, como se sabe, es un bosque grande y hermoso. La historia de los sentimientos, la historia a secas, se explica siempre, aunque de manera diferente, y, quien puede atestiguarlo como pocos, es Gabriel García Márquez. En sus libros, cuya suma lo condujo al Premio Nobel de literatura de 1982, ha quedado en evidencia cuánto este escritor le debe al recuerdo, a la memoria y, por cierto, a su deslumbrante imaginación. Esta pluma logra el milagro de que no hay nada en el mundo, salvo el libro y tú, lector.
Hijo de Eligio García Márquez, quien trabajaba como telegrafista y que aparece en "Cien años de soledad", como también buena parte de su familia, García Márquez, nacido en 1927 y criado por sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Márquez y doña Tranquilina, creció en Aracataca, un caserío perdido en las plantaciones bananeras. Este lugar fue inmortalizado con el nombre de Macondo, detalle que tomó de su maestro, William Faulkner, creador del pueblo llamado Yoknapatawpha. Y así, en un libro y otro, en Macondo, surgen y se renuevan las infinitas versiones de una vasta historia, echando mano a los recuerdos. Un mundo se desdibuja, y otro nace. De aquel universo distante, gracias a las palabras, surge el mundo vivo y mágico de sus libros, a través de cuerpos, corazones y costumbres, en quienes el tiempo ha dejado su huella imborrable.
Luego de publicar "La hojarasca", en 1955, viajó a Europa; recorrió más tarde algunos países del Este, sobre los que escribió crónicas periodísticas, mientras tomaba apuntes para futuras obras. Vivió pobremente en París. Más tarde, dio a conocer "El coronel no tiene quien le escriba" y "La mala hora" y, tras silencio de cinco años, estalló con "Cien años de soledad".
¡Cómo ha volado el tiempo para quienes la frecuentamos, deslumbrados! Y cómo sigue seduciendo a sus nuevos lectores este libro, que sin duda fue escrito en estado de gracia. Y es que "Cien años de soledad" está planeado como una composición musical cuyo "leitmotiv", que abunda en violentos contrastes humanos, es la experiencia fabulosa de un mundo que no prescinde de la magia, ni de la fantasía, que se aglutinan en Macondo.
La sucesión de hombres y mujeres que deambulan por las calles de Macondo, desnudan cuanto late en sus almas, se elevan sobre lo común y van tejiendo una dimensión mítica. En consecuencia, "Cien años de soledad" es un compendio de cuantos cabos sueltos ha desperdigado, a lo largo de los años, este escritor en sus cuentos y novelas.
La fastuosa imaginación literaria García Márquez se abisma en la vida, el amor y la muerte, de una manera única. ¿Por qué? Porque el escritor se sobrepone a la presencia de lo que no tiene respuesta, esa entelequia llamada destino, y por ello sus páginas deslumbradas siguen alimentando hoy (como diría Petit de Murat) una alta hoguera de preguntas deslumbradas. Ello ocurre con las obras maestras, intocadas por el tiempo y aunque pasen cuarenta y cinco años de soledad.
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